En el presente,
los otomíes emplean en su vestimenta algodón en telas de manta. que llegan a
los lugares más aislados por medio de los varilleros, comerciantes ambulantes
que llevan en la espalda los bultos de mercancía y, en la mano, un metro de
madera, antiguamente una vara. Las mujeres otomíes son trabajadoras
incansables, mientras se dedican a los quehaceres domésticos, cuidan a sus
hijos o acuden al mercado, sentados o caminando siempre llevan consigo el
huso que sigue laborioso con sus vueltas veloces.
Las mujeres usan
una blusa o camisa de manta blanca con escote cuadrado y con un pequeño
bordado alrededor de la pechera. Usan quechequémeles de lana azules, morados
o negros con delgadas rayas blancas una greca bordada alrededor y fleco. El
ceñidor, hecho en telar de cintura, lo usan por igual hombres y mujeres.
Tiene hasta 20 cm. de ancho, y una longitud de 2.50 metros para que puedan
dar algunas vueltas alrededor del talle. Utilizan un ancho rebozo de lana,
con rayas azules y blancas y un fleco anudado con un punto de macramé que
forma dibujos.
Las mujeres
otomíes entrelazan la punta de sus trenzas con un cordón de lana o una cinta
tejida a mano. Los hombres visten bajo el sarape una camisa de manta; el
calzón va sostenido por un ceñidor igual al de las mujeres. Los huaraches
tienen suela de llanta y el pie queda cubierto casi por completo por cinco
tiras de cuero. El sombrero llamado de “vuelta y vuelta” de copa cónica con
las alas anchas está hecho con una trenza muy apretada de zacate enrollada en
espiral y cosida con hilo de ixtle.
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